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Año Emma
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Definitivamente, el mejor año que he tenido hasta ahora fue el 2017: El año de Emma.
El año pasado cuando escribí mi reseña y propósitos, tenía una serie de enfermedades que hoy repito. Ciclos, al fin y al cabo. Ciclos.
En 2017 tuve todo lo que siempre quise y mucho más, cosas que nunca creí vivir o que ni siquiera sabía que quería. Tuve medio novio; terminé la maestría; descubrí que soy extrovertida, que tengo "excelente manejo de mi voz"; me hice más adicta, más viciosa y ociosa, pero también encontré el trabajo que tanto buscaba. Reforcé las amistades verdaderas y conocí a gente increíble. Me divertí mucho, fue un año de fiesta: tome como referencia las Jornadas Emmísticas de noviembre.
Pero más que nada, fue un año de crecimiento espiritual y profesional.
Mi mayor logro: la disciplina = el crossfit <3 nuevo amor de mi vida, que me demostró que puedo hacer muchas más cosas de las que imaginaba, me devolvió mi seguridad, me sirvió de terapia y me hizo más fuerte, inevitablemente con tanto chingadazo.
La cosa es que vivo de recuerdos y fantasías, por lo que este año ya empecé a extrañar el anterior; pero ¿por qué fregados estoy pensando que este año no será igual de chido o mejor?
Así que hice una revisión rápida a mis propósitos del año pasado, para reafirmar los de 2018. Y dice más o menos así:
2017
- Definitivamente usé casi todos los vestidos que tenía, resulta que tengo muy bonitas piernas, a pesar de las cicatrices (de las que me enorgullezco).
- Aprendí a ahorrar y a perdonar a mi peor enemigo: el banco y las tarjetas de débito.
- Viajé tanto como pude, y como quise: fui a la playa tres veces casi seguidas; recorrí CDMX, Venus y Sahuayo; conocí Tlaxcala y Puebla. Hasta fui a un rave... Usé un bikini por primera vez. Amo la experiencia de los viajes (lo siento, Ginzburg).
- Mejoró mucho mi postura, a la mala ._.
- Todavía no sé bailar bien, pero voy mejorando. Bachata y salsa son mi nuevo amor en la pista.
- Ya mencioné que ¡terminé la maestría!
- Divulgamos mucho, aunque seguimos con miedo de dejar la pista de aterrizaje.
- Descubrí que mi pedagogía poco ortodoxa no es tan mala.
- Sigo aprendiendo portugués :3
- Por fin vi en vivo a Cultura Profética y Paté de Fuá, luego de cinco años de seguirles la pista. Además de muchos otros conciertos en los que grité, canté, bailé y viajé.
- Pude tomar varias fotitos a gente maravillosa que me hacen reafirmar mi gusto por la técnica.
- Fallé, sin embargo, con un propósito: no aprendí a manejar-- no sé si se trate de algo puramente psicológico, pero me sigo resistiendo, a pesar de la necesidad. Me aterroriza.
2018
- Tengo que aprender a manejar. Oshh...
- Rastas. Decidido, las rastas van a ser mi regalo de 25, espero no quedarme sin trabajo (sorry, ma).
- Viajar sola.
- Animarme a producir. Corto, largo, cineminuto-- quiero saber de qué soy capaz.
- Hacer mi adaptación cinematográfica.
- Producir los sketches de Divulgatorio, nos lo merecemos todos.
- Hacer música. Lo extraño.
- Perderle el miedo al teléfono.
- Psiquiatra ._.
- Pintar algo propio, inédito, mío.
- Aplicar mi proyecto de maestría.
- Finalmente, me propongo enamorarme. Truly, madly, deeply... quiero que alguien se gane mi amor y quiero merecerme el suyo.
Como la niña que recién sale al mundo, mis propósitos cambian.
Agradezco infinitamente a todos los que compartieron esas experiencias del año pasado conmigo, y de una vez a los que van a estar conmigo en éste.
Incluso a los que me rompieron en pedacitos.
2018: veamos qué tienes para mí.
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