Marcas



Lo malo de ser tan apasionada es que cuando me caigo me voy hasta el piso. Más allá. Me hundo.  Culpo a mi ímpetu y no a mi inmadurez. ¿Será mi instinto suicida?
Muy dentro de mí, siempre he sabido que no voy a pasar de 25, no sé si lo decreto porque así lo quiero; o qué tan auténticas puedan ser mis ansias por desaparecer.  Dejar ir. Soltar. Liberar el sufrimiento y liberarme a mí misma.

¿Por qué permito que las cosas me marquen?
Tengo marcas literales y metafóricas que disfruto y no. Algunas son de amor. El más espontáneo amor. Otras son de batallas que perdí y gané. Tengo marcas en mi trinidad y la verdad es que me esforcé tanto por abrazarlas que ya no las puedo soltar. Y me están acabando de a poco.
Siento cómo me consumen mis propios recuerdos y fantasías.
Siento cómo me ataco a mí misma con cada sorbo de mis demonios.
¿Cómo puedo aparentar tanta serenidad en momentos de terror en los que realmente grito?


A veces voy en contra de mi propia filosofía: debería vivir el día y disfrutar de lo bueno y de lo malo y no martirizarme por querer cambiar cosas que no están en mis manos ni castigarme cada vez que cometo un error, por insignificante que pueda ser.

Necesito renacer.
Y recostarme en el pasto. Introspección.
Y terapia.

Comentarios

Entradas populares